A veces no es necesario viajar muy lejos de donde vivimos para descubrir un paisaje sobrio, sencillo y lleno de belleza como el que nos muestra la comarca zamorana de Sayago y los Arribes del Duero. Es 15 de marzo de 2019, pincha en "play", nos ajustamos los pedales y comenzamos...
Antes de salir desde el pueblo de Moralina, visitamos el Poblado de Villalcampo y su Central Hidroeléctrica
siguiendo el instinto natural del Duero encajonado entre sus Arribes.
Todos los datos del itinerario y mapas de situación podeís verlo y descargarlo en: TIERRAS DE SAYAGO
Desde la Iglesia Parroquial de Moralina dedicada a San Miguel, pasamos por la alquitara donde se obtenía el aguardiente,
alcanzando la Ermita del Cristo de la Veiga, de cuidada mampostería y espadaña con pequeña campana.
Nos vamos adentrando por un campo que combina los últimos tintes invernales con los frescos de la cercana primavera,
en los que se asientan pequeñas parcelas de cereales
y por donde discurre el imprescindible y vital Arroyo de la Rivera.
Obligados por el capricho y la voluntad de sus aguas, vamos vadeando por sencillos pasos
y cruzando atractivos puentes
que desembocan en los preciosos "claroscuros" de un humilde encinar
o sobre los ostentosos y espectaculares colores de un intrépido almendro.
Hemos virado hacia el norte para volver a encontrarnos con la corriente y franquearla a "porta gayola"
por un camino de brezo y encina
en el que nos sorprende este encantador y pequeño mastín
al cuidado de un numeroso rebaño de ovejas.
Con una vista general de la comarca sayaguesa, dejamos atrás la indicación hasta el Hullón, un imponente balcón sobre el Duero,
para en un par de kilómetros llegar al pueblo de Villadepera.
Una rica arquitectura popular nos conduce
hasta la Iglesia Nuestra Señora de la Asunción del siglo XVI,
su Casa Consistorial
y su fuente-abrevadero.
Un vertiginoso descenso nos acerca al PUENTE DE REQUEJO o PUENTE PINO
que nos sumerge en las grandiosas profundidades labradas por el Duero
en una maravillosa y apoteósica representación natural del entorno de Los Arribes.
En 1914 la comunicación entre Sayago y Aliste se realizaba con una barca que cruzaba el río. Ese mismo año se construyó el Puente de Requejo, convirtiéndose en el de mayor luz (120 metros) y el de mayor altura (90 metros) sobre el Duero.
Subimos de nuevo a Villadepera, tomando hacia el oeste el Camino de Folcañada en el que aparecen varios abrevaderos para el ganado,
solanas para el cuidado de las abejas
praderas divididas por meticulosos vallados
y grandes encinas que se agolpan sobre el sendero.
A toda velocidad descendemos por el Camino del Milano, divisando la localidad portuguesa de Paradela
y nos asomamos a "vista de dron" sobre la llamativa Presa y Poblado de Castro
El viaje sigue su avance entre campos esteparios
y solitarios cruceros
que nos orientan y encarrilan por diversos edificios centenarios para el refugio y cría de palomas.
Su interior esta plagado de nichos construidos con piedras de granito y lanchas de pizarra o adobes formando celdas donde anidan las palomas y una mesa de granito donde se echa el cereal para alimentar a las aves.
Estamos en Villardiegua de la Ribera, destacando la arquitectura noble de su templo parroquial
y su Mula o Yegua vetona traída del cercano Castro de San Amede con una antigúedad de 2500 años.
Abandonamos el pueblo por el Camino del Jaral
sobre las aguas tranquilas del Arroyo del Pontón,
dejando atrás curiosas fuentes
y una auténtica naturaleza que engendra semejanzas con el arte.
El color y la frescura
se desperdiga por el serpenteante arroyo
y sus pequeñas lagunas
que discurre apretado entre el berrocal
y bajo las lajas de granito de varios puentes.
Nos asombra y desconcierta los tonos de algunas plantas acuáticas que colonizan el río en algún tramo,
pero nosotros seguimos su aliento junto a ordenados vallados de piedra,
interesantes reflejos rocosos
y la tranquila serenidad que se respira por este delicioso valle.
Una infinidad de molinos se despliegan por la ribera,
unos en perfecto estado y otros en la mas mísera ruina,
llegando hasta el Mirador de la Rivera del Puntón
en el que las aguas del arroyo son entregadas y engullidas por el Duero.
Junto a las piedras de la arrasada Ermita de San Amede, podemos asomarnos a disfrutar de la colosal estampa de Los Arribes
en la que el Duero establece una profunda y prodigiosa cicatriz
digna de ser contemplada desde la Peña Redonda
y el Castro que le rodea.
Descendemos por las verdes praderas de Valfermoso
hasta el puente sobre el Arroyo Fenoya
surgiendo en su cauce los Molinos Recatán
y los Molinos del Ciervo.
Nos encaramamos sobre el Mirador el Bolo la Torta entre una agreste y escarpada laboriosidad natural
sintiendo de lleno toda esa libertad e independencia que nos transmite este brutal paraje.
Junto a los 748 metros de el Robledo encontramos el corral de CHIVITEROS DE TORREGAMONES
construidos por los cabreros para resguardar a los chivos del frío y del ataque del lobo.
Nos desviamos por el Camino de los Camelos hasta la Peña Gazón, cercana a la localidad portuguesa de Miranda de Douro
donde encontramos las ruinas del Fuerte de los Franceses o Fuerte Nuevo de Torregamones,
un rústico bastión que vigiló las invasiones del otro lado de la frontera.
Regresamos a la tranquilidad del Camino de los Arrieros
sesteando y descansando sobre el praderío
de la Fuente Carrimiranda,
para después atravesar por las calles de Torregamones
y cruzar la Iglesia de San Ildefonso.
Los últimos kilómetros entre Torregamones y Moralina se llenan de vida,
proporcionándonos una grata y exquisita sensación de equilibrio
y de belleza, tras haber participado de todo el catálogo de valores naturales que nos infunden estas nobles y adustas tierras sayaguesas.
Saludos de EL BICIERRANTE. Hasta una próxima aventura.
ÁLBUM DE FOTOS: TIERRAS DE SAYAGO
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